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La historia de Dumas El Conde de Montecristo es, para el místico y verdadero clarividente, la biografía de todas las personas.

Edmond Dantès, un joven marinero, encuentra muerto al capitán de su barco. Tomando el mando del navío en medio de un mar agitado por una tormenta, intenta conducir la nave hasta un lugar donde poder echar el ancla.

La vida misma es un mar agitado por las tormentas en el que el ser humano lucha mientras intenta dirigirse hacia un puerto de descanso.

Dantès tiene un documento secreto que debe ser entregado a un hombre al que no conoce, pero que se presentará ante el joven marinero a su debido tiempo. Este documento es un plan para liberar al Emperador Napoleón de su prisión en la Isla de Elba.

Dentro de cada persona hay un plan secreto que liberará al poderoso emperador que está en su interior.

Cuando Dantès llega al puerto, tres hombres (quienes, mediante adulaciones y lisonjas, han logrado congraciarse con el actual rey), temiendo cualquier cambio que pudiera afectar a sus puestos en el gobierno, hacen que el joven marinero sea arrestado y encerrado en las catacumbas.

El ser humano, en su intento de hallar seguridad en este mundo, se deja llevar por las falsas luces de la codicia, la vanidad y el poder.

La mayoría de las personas creen que la fama, la riqueza o el poder político las van a proteger de las tormentas de la vida. De modo que intentan adquirir estas cosas como anclas en sus vidas, para acabar descubriendo, en su búsqueda de estas cosas, que gradualmente van perdiendo el conocimiento de su verdadero ser. Si el ser humano pone su fe en cosas que no son él mismo, con el tiempo, aquello en lo que pone su fe lo destruye. En ese momento, será como alguien que está prisionero en la confusión y la desesperación.

Ahí, en esa tumba, Dantès es olvidado y dejan que se pudra. Pasan muchos años. Entonces, un día Dantès (que, a esas alturas, ya es un esqueleto viviente) oye unos golpes en el muro de su celda. Tras responder a esos golpes, oye la voz de alguien que está al otro lado del muro. Dantès retira una piedra y descubre a un viejo sacerdote que lleva tanto tiempo en prisión que nadie conoce ya el motivo de su encarcelamiento ni el tiempo que lleva ahí.

Ahí, detrás de esos muros de oscuridad mental, la persona permanece en lo que parece una muerte en vida. Después de muchos años de decepción y desilusión, se aleja de esos falsos amigos y descubre en su interior al anciano (su consciencia de ser) que ha estado enterrado desde el día en que creyó ser un ser humano y olvidó que era Dios.

El viejo sacerdote, que había estado excavando durante años para salir de esa tumba en vida, acaba descubriendo que lo había hecho en dirección a la tumba de Dantès.

Entonces se resigna a su suerte y decide encontrar su alegría y su libertad instruyendo a Dantès sobre todo lo que sabe de los misterios de la vida y ayudándolo a escapar.

Al principio Dantès está impaciente por recibir toda esa información, pero el viejo cura, con la infinita paciencia acumulada durante su largo confinamiento, le muestra lo poco preparado que está para recibir esos conocimientos, porque su mente está ansiosa. De modo que, con calma filosófica, le va revelando lentamente al joven los misterios de la vida y del tiempo.

Esta revelación es tan maravillosa que cuando la persona la oye por primera vez quiere recibirla toda de golpe; pero descubre que después de los numerosos años que ha pasado creyendo que era un ser humano, ha olvidado de una forma tan absoluta su verdadera identidad que ahora es incapaz de absorber este recuerdo de una sola vez. Además, descubre que sólo puede hacerlo a medida que vaya abandonando todos sus valores y opiniones humanos.

Mientras Dantès madura bajo las enseñanzas del viejo sacerdote, el anciano descubre que está viviendo cada vez más en la consciencia del joven. Finalmente, le transmite su última dosis de sabiduría a Dantès, preparándolo para ocupar puestos de confianza. Luego le revela la existencia de un tesoro inagotable que está enterrado en la Isla de Montecristo.

Cuando la persona abandona esos valores humanos tan queridos absorbe cada vez más luz (el viejo sacerdote), hasta que, finalmente, se convierte en la luz y sabe que él es el anciano.

Yo soy la luz del mundo.

Ante esta revelación, las paredes de la catacumba que los separaban del océano se derrumban, matando al anciano. Los guardias, al descubrir el accidente, introducen el cuerpo del viejo cura en un saco para lanzarlo al mar. Mientras van a buscar una camilla, Dantès extrae el cuerpo del viejo sacerdote y se introduce dentro del saco. Los guardias, ignorantes de este cambio de cuerpos, lanzan a Dantès al agua.

El fluir de la sangre y del agua en la muerte del viejo sacerdote es comparable al fluir de la sangre y el agua del costado de Jesús cuando los soldados romanos lo atravesaron con la lanza, un fenómeno que siempre tiene lugar durante el parto (aquí simbolizando el nacimiento de una consciencia superior).

Dantès se libera del saco, va a la Isla de Montecristo y descubre el tesoro enterrado. Entonces, pertrechado con esa fabulosa riqueza y con su sabiduría, se deshace de su identidad humana de Edmond Dantès y adopta el título de Conde de Montecristo.

La persona descubre que SU consciencia de ser es el inagotable tesoro del universo. Ese día, cuando hace este descubrimiento, deja de ser humano y despierta como Dios.

Sí, Edmond Dantès se convierte en el Conde de Montecristo.

El hombre se convierte en Cristo.


Neville Goddard

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