
Confucio fue un famoso pensador chino que vivió entre los años de 551 A.C. y 479 A.C., y cuya doctrina recibe el nombre de confucionismo. A lo largo de su vida alternó periodos en los que trabajó como maestro y como funcionario del pequeño estado de Lu, en el noreste de China.
Si observamos la filosofía de Confucio nos daremos cuenta que realmente destila una sabiduría que se puede aplicar en la vida diaria de las naciones y de los individuos para una mejora constante y vivir en armonía.
Si nuestro mundo actual se rigiera por esta sabiduría ancestral, seguramente viviríamos en un mundo muy diferente, un mundo donde la corrupción, las desigualdades y las guerras serían cosa del pasado.
Así pues, observemos con atención lo que este gran sabio de la antigüedad tiene que decirnos... puede cambiar nuestras vidas radicalmente...
Antes de iniciar el camino a la venganza comienza cavando dos tumbas.
El agravio no es importante, sólo el recuerdo.
Olvida a los que te dañaron pero nunca a los que bien te hicieron.
Si miras tu propio corazón y no encuentras nada malo, ¿de qué te tienes que preocupar?
El hombre superior es consciente de la justicia, pero el hombre inferior es consciente de la ventaja.
Al hombre superior no se le conocerá por pequeños asuntos pero dominará las grandes preocupaciones. En cambio al hombre inferior no se le podrán encargar grandes preocupaciones pero se le conocerá por pequeños asuntos.
Cuando veas a una persona digna, trata de imitarlo; cuando veas a un indigno, examínate a ti mismo.
El que bien hace a los demás y bien les desea se ha asegurado el bien propio.
Por tres métodos podemos aprender la sabiduría, en primer lugar por la reflexión, en segundo lugar por la imitación que es el camino más fácil, y en tercero por la experiencia que es la ruta más amarga.
El hombre superior piensa en sí mismo y el hombre inferior piensa en los demás. El hombre superior se centra en sus propias preocupaciones, en su propio crecimiento, en sus defectos. El hombre inferior se centra en los defectos de los demás, sólo ve la ponzoña en el corazón ajeno y nunca en el propio.
La vida es sencilla pero insistimos en complicarla obstinadamente.
En un país bien gobernado la pobreza es algo de que avergonzarse. En país mal gobernado la riqueza es algo de lo que avergonzarse.
Elige un trabajo que te gusta y nunca más trabajarás un solo día de tu vida.
El verdadero conocimiento es descubrir la extensión de nuestra propia ignorancia.
Cuando descubras algo sostén ese conocimiento, pero cuando no sepas algo reconoce tu ignorancia ese es el única camino a la sabiduría.
Cuando descubras algo sostén ese conocimiento, pero cuando no sepas algo reconoce tu ignorancia ese es el única camino a la sabiduría.
No importa si te mueves levemente y de manera lenta sólo importa que no te detengas.
Aquél que sabe lo que debe hacerse y no lo hace está en un camino que le conducirá inevitablemente a la desgracia.
Me preguntas ¿porqué compro arroz y flores?... compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir.
Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos.
Es más fácil apoderarse del comandante en jefe de un ejército que despojar a un miserable de su libertad.
Me lo contaron y lo olvidé, lo vi y lo entendí, lo hice y lo aprendí.
Quien camina por un sendero que ya conoce y descubre otros nuevos puede considerarse un maestro.
El que por la mañana ha conseguido conocer la verdad, ya puede dormir por la tarde.
El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor.
Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro.
Algún dinero evita las preocupaciones, mucho las atrae.
Sólo los grandes sabios y los grandes necios son difíciles de entender.
Aprender sin pensar es inútil, pensar sin aprender muy peligroso.
El más elevado tipo de hombre es aquél que obra antes de hablar y practica lo que profesa.
No son las malas hierbas las que ahogan la mala semilla sino la negligencia del campesino.
No debes quejarte de la nieve en el tejado de tu vecino porque esa nieve también cubre el umbral de tu casa.
No hay nada más insípido que un consejo que no se puede aplicar.
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