
Arthur Barry era un ladrón poco común: era un ladrón de joyas que operaba en los años "veintes". Barry adquirió fama internacional como el ladrón de joyas más destacado de todos los tiempos. No solo era un excelente ladrón de joyas sino también un conocedor de las artes. Pero él no robaba a cualquiera. Sus "prospectos" no solo deberían tener dinero y joyas para que él los visitara, sino que sus nombres tendrían que figurar en los estratos más altos de la sociedad. Llegó a convertirse en un símbolo de status el haber recibido la visita y ser robado por este "ladrón caballero".
Una noche, Barry fue atrapado durante un robo y recibió tres balazos. Con balas en el cuerpo y sufriendo dolores muy agudos hizo una declaración inesperada: "No lo volveré a hacer más". Escapó milagrosamente, y los siguientes tres años permaneció fuera de la penitenciaría. Una mujer celosa lo delató luego y Barry purgó una sentencia de dieciocho años. Cuando salió, cumplió su palabra. No volvió a la vida como un ladrón de joyas, sino que se estableció en un pequeño poblado de Nueva Inglaterra y llevó una vida ejemplar. Los ciudadanos locales le confirieron el honor de hacerlo el comandante de una organización local de veteranos.
Sin embargo, se llegó a saber que Arthur Barry, el famoso ladrón de joyas, se encontraba ahí. De todas partes llegaron reporteros al pequeño poblado para entrevistarlo. Le hicieron varias preguntas y finalmente un reportero joven llegó al meollo del asunto al formular la pregunta más penetrante de todas: "Señor Barry, robó a muchas personas ricas durante sus años de ladrón, pero tengo curiosidad por saber si ¿recuerda aquél a quien robó más?" Sin dudar un solo momento, Barry respondió: "Es fácil. El hombre a quien más le robé fue Arthur Barry. Pude haber sido un empresario de éxito, un barón en Wall Street y un miembro contribuyente a la sociedad; sin embargo, escogí la vida de un ladrón y desperdicié dos tercios de mi vida de adulto tras los barrotes de la prisión". Efectivamente, Arthur Barry fue el ladrón que se robó a sí mismo.
Pero hay otro ladrón del que te quiero hablar. Ese ladrón ERES TÚ. Te voy a llamar ladrón debido a que toda persona que no cree en sí misma, que no utiliza al máximo su habilidad y potencial y renuncia a sus sueños, literalmente se está robando a sí mismo y a su gente cercana, y debido a su menor productividad, también roba a la sociedad. Ya que nadie se robaría a sí mismo a sabiendas, es obvio que quienes se roban lo hacen sin saberlo. Sin embargo, el crimen no deja de serlo debido a que la pérdida es precisamente tan grande como si se hiciera de manera deliberada.
Entonces, la pregunta es obvia ¿Estás preparado para dejar de robarte a ti mismo? Si es así, pronto, cuando te veas al espejo, podrás observar a un ex ladrón.
Zig Ziglar
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