Los seres humanos son los únicos seres vivos que tienen la capacidad de reír. Esta es una capacidad que debemos fomentar y esto incluye reírnos de nosotros mismos. Debemos ser capaces de disfrutar de cada momento de nuestras vidas y darnos cuenta de que todo tiene un propósito y razón de ser, entonces dejamos de quejarnos de las cosas y comenzamos a fluir con la vida con un ánimo alegre y optimista. Cuando una persona pierde la capacidad de divertirse, pierde al mismo tiempo muchas otras cosas: sus ganas de vivir, su felicidad, su estima propia y hasta su salud.
El ZEN promulga que debemos aprender a ser menos serios y soltarnos.
Ser capaces de reírnos de nosotros mismos.
El humor está estrechamente relacionado con el ingenio.
No es tan fácil reírnos de las situaciones grotescas o difíciles que aparecen en la vida; para hacerlo, debemos haber soltado los miedos y estar en un estado de relajación, dejar a un lado el orgullo y el ego.
"El maestro estaba de un talante comunicativo, y por eso sus discípulos trataron de que les hiciera saber las fases por las que había pasado en su búsqueda de la divinidad. Primero, -les dijo- Dios me condujo de la mano al País de la Acción, donde permanecí una serie de años. Luego volvió y me condujo al País de la Aflicción, y allí viví hasta que mi corazón quedó purificado de toda afección desordenada. Entonces fue cuando me vi en el País del Amor, cuyas ardientes llamas consumieron cuanto quedaba en mi de egoísmo. Tras de lo cual, accedí al País del Silencio, donde se desvelaron ante mis asombrados ojos los misterios de la vida y de la muerte. ¿Y fue ésta la fase final de tu búsqueda? -le preguntaron. No -respondió el Maestro... Un día dijo Dios: Hoy voy a llevarte al santuario más escondido del Templo, al corazón del propio Dios... Y fui conducido al País de la Risa."
Fuente: Internet
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