Por Enrique Nieto
En mis consultas personales me he encontrado con demasiadas personas que simplemente no pueden mirarse a los ojos frente al espejo. Les cuesta un enorme trabajo dirigir sus miradas a sus propios ojos y decirse "Te amo". Normalmente sus miradas rehuyen sus propios ojos, hasta que finalmente y después de la insistencia de mi parte, empiezan a sostener la mirada por algunos segundos al tiempo que repiten una y otra vez "Te amo..." mencionando su propio nombre. Después de un par de minutos de esta sencilla práctica, las lágrimas no tardan en aparecer en las personas al sentir la poderosa energía del Amor Incondicional que derrite las viejas estructuras de pensamiento de auto-crítica, no-merecimiento, y auto-rechazo.
Crecemos en ambientes donde se nos enseña y hasta se nos obliga a amar a los demás primero y por encima de todo. Buscamos en todo momento la aprobación de los demás para entonces ser dignos y merecedores de sus atenciones y amor. Ni la escuela, ni nuestros padres, ni la religión nos han enseñado a amar al ser más importante de nuestras vidas que somos cada uno de nosotros. Se nos enseña a volcar toda nuestra atención a lo externo. Desde pequeños se nos inculca el sentido de competencia con los demás y si no logramos igualar, superar o "ser mejores" que fulanito de tal, entonces somos unos perdedores y debemos sentirnos como tal.
En muchos de nosotros la religión jugó un papel fundamental en bajar nuestra autoestima y nuestra dignidad divina por los suelos. Primero, sacaron a Dios de dentro de nosotros y lo pusieron allá arriba en lo alto, lejos de nosotros. Luego se nos enseñó a temerle. Se nos dijo que nacimos en pecado. Después se nos obligaba a repetir una y otra vez cosas como: "Señor, no soy digno de que vengas a mí", "por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa", "soy un pecador", "ruega por nosotros los pecadores"... y no quiero seguir porque hasta me dan escalofríos al pensar que todas esas palabras se fueron directo a mi mente subconsciente contaminándola con conceptos errados basados en el miedo y la superstición y cuyo fin último es: ¡MANIPULACIÓN Y CONDICIONAMIENTO!
"Ninguna persona que se sienta pecadora podrá ser plenamente feliz."
-Joseph Murphy
Y luego nos preguntamos porqué como adultos nos cuesta tanto trabajo amarnos y aceptarnos. Y luego nos preguntamos porqué las personas no son felices...
En ningún lugar se nos ha enseñado a amarnos, eso es más que obvio. Pero hay que recordar que el "Momento de Poder" se encuentra siempre en el aquí y ahora, y justamente en este momento podemos comenzar a crear y edificar la relación más maravillosa e importante que podemos tener en la vida: AMARNOS A NOSOTROS MISMOS.
Cuando comenzamos a amarnos y respetarnos toda nuestra vida cambia. Nos sentimos más felices, nuestra salud mejora, nuestra prosperidad se incrementa, comenzamos a atraer con más facilidad nuestras intenciones y deseos, nos llevamos mejor con las demás personas y nuestra vida se vuelve mágica... y para todos aquellos que piensan que es egoísta y malsano amarnos a nosotros mismos: ¡tenemos más amor para dar y compartir!
El siguiente video es una escena de la película "Angel-A" del director francés Luc Besson. Obsérvalo con atención y atrévete a poner en práctica su enseñanza. ¡No te arrepentirás!
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