Cada palabra que se pronuncia es un decreto que se manifiesta en lo exterior. La palabra es el pensamiento hablado.
Jesús dijo dos cosas que no han sido tomadas en serio. Una: "Por tus palabras serás condenado y por tus
palabras serás justificado." Esto no significa que los demás nos juzgarán por lo que decimos, aunque esto
también es verdad; como habrás visto ya, el Maestro enseñaba metafísica, sólo que la raza no estaba aún lo
suficiente madura para entenderla. En varias ocasiones lo advirtió diciendo que tenía aún muchas otras cosas
que decir, pero que no podrían ser comprendidas. En otras ocasiones dijo que aquel que tuviera oídos para oír
que escuchara. La segunda referencia que hizo al poder de la palabra fue: "No es lo que entra por su boca lo
que contamina al hombre, sino lo que de su boca sale; porque lo que de la boca sale, del corazón procede." Más claro no se puede expresar.
Te propongo que pongas atención a todo lo que tú decretas en un sólo día. Vamos a recordártelo:
―Los
negocios están malísimos.
―Las cosas andan muy mal.
―La juventud está perdida.
―El tráfico está
imposible.
―El servicio está insoportable.
―No se consigue servicio.
―No dejes eso rodando porque te lo van a
robar.
―Los ladrones están asaltando en todas las esquinas.
―Tengo miedo de salir.
―Mira que te vas a caer.
―Cuidado que te matas.
―Te va a atropellar un carro.
―¡Vas a romper eso!
―Tengo muy mala suerte.
―No puedo
comer eso, me hace daño.
―Mi mala memoria...
―Mi depresión...
―Mi dolor de cabeza...
―Mi reumatismo...
―Mi mala digestión....
―¡Ese es un bandido!
―¡Esa es una desgraciada!
―Tenía que ser, ¡cuando no!
No te
sorprendas ni te quejes si al expresarlo lo ves ocurrir. Lo has decretado. Has dado una orden que tiene que ser
cumplida. Ahora recuerda y no olvides jamás, CADA PALABRA QUE PRONUNCIAS ES UN DECRETO.
Positivo o negativo. Si es positivo se te manifiesta en bien. Si es negativo se te manifiesta en mal, si es contra
el prójimo es lo mismo que si lo estuvieras decretando contra ti. SE TE DEVUELVE. Si es bondadoso y
comprensivo hacia el prójimo, recibirás bondad y comprensión de los demás hacia ti.
Y cuando te suceda algo
molesto, negativo, desagradable, no digas "¡Pero si yo no estaba pensando ni temiendo que me fuera a
suceder esto!" Ten la sinceridad y la humildad de tratar de recordar en cuáles términos te expresaste de algún
prójimo. En qué momento saltó de tu corazón un concepto viejísimo, arraigado allí, que tal vez no es sino una
costumbre social como la generalidad de esas citadas más arriba y que tú realmente no tienes deseos de
seguir usando.
Como el sentimiento que acompaña a un pensamiento es lo que lo graba más firmemente en el
subconsciente, el Maestro Jesús, que jamás empleó palabras superfluas, lo expresó muy bien al decir, "LO
QUE DE LA BOCA SALE, DEL CORAZÓN PROCEDE", y esto nos da la clave inequívoca. El primer
sentimiento que nos enseñan es el temor. Nos lo enseñan nuestros padres, primeramente, y luego nuestros maestros de religión. Al sentir un temor se nos acelera el corazón. Solemos decir "por poco se me sale el
corazón por la boca" para demostrar el grado de temor que sentimos en un momento dado. El temor es lo que
está por detrás de todas las frases negativas que te he citado más arriba.
San Pablo dijo: "SOMOS TRANSFORMADOS POR LA RENOVACIÓN DE NUESTRAS MENTES." Cada
vez que te encuentres diciendo una frase negativa, sabrás qué clase de concepto errado tienes arraigado en el
subconsciente, sabrás qué clase de sentimiento obedece: temor o desamor. Atájalo, bórralo negándolo por
mentiroso y afirma la Verdad, si no quieres continuar manifestándolo en tu exterior. Al poco tiempo de esta
práctica notarás que tu hablar es otro. Que tu modo de pensar es otro. Tú y tu vida se estarán transformando
por la renovación de tu mente.
Conny Méndez
0 Comentarios