
"Es bueno estar levantado antes del amanecer, este tipo de hábitos contribuyen a la salud, la riqueza y la sabiduría."
-Aristóteles
¿Las personas que son madrugadoras habituales nacen o se hacen? En mi caso particular, definitivamente me hice una persona madrugadora. Recuerdo muy bien que cuando tenía 20 años de edad nunca me acostaba antes de las 12 de la noche, en consecuencia me despertaba muy tarde y no conseguía retomar el ritmo del día hasta la media tarde.
Sin embargo, tiempo después no podía continuar ignorando la importante correlación que existe entre madrugar y el éxito. En ocasiones hacía un gran esfuerzo y conseguía madrugar. Y para sorpresa mía, al hacerlo descubría que mi productividad aumentaba, no sólo por la mañana, sino que se mantenía constante a lo largo de todo el día. Además me inundaba una agradable sensación de profundo bienestar. Siempre he sido una persona proactiva y en ese momento inmediatamente tomé la firme decisión de convertirme en un madrugador habitual. Sin perder más tiempo programé la alarma para que sonara a las 5 de la mañana…
…y a la mañana siguiente volví a despertarme justo antes del mediodía.
Hmmmm…
Volví a intentarlo muchas veces más cada mañana sin que llegara a obtener grandes resultados. Llegué a pensar incluso que quizá había nacido sin el gen del madrugador. En cuanto el despertador comenzaba a sonar, lo primero que hacía era apagarlo inmediatamente y dormir enseguida. Pasaron varios años en los que tuve prácticamente avances nulos en mis nuevos intentos por madrugar. Entonces un día tomé la decisión de investigar un poco más sobre el tema y descubrí que estaba enfocando el problema de la manera equivocada y justamente por esa razón los resultados no aparecían. Es muy difícil convertirse en un madrugador habitual utilizando la estrategia errónea, sin embargo con la estrategia correcta es es algo muy sencillo de lograr.
La estrategia incorrecta más extendida es la siguiente: Asumes que si quieres levantarte temprano tienes que acostarte temprano. Entonces calculas cuántas horas de sueño duermes cada noche y las adaptas a tu nuevo horario. Si te acostabas a las 12 y te levantabas a las 8 (8 horas de sueño), ahora tendrás que acostarte a las 10 para levantarte a las 6. Suena bastante lógico ¿verdad? Sin embargo esta estrategia casi siempre fracasa.
Existen dos corrientes de pensamiento relacionadas con los patrones de sueño. La primera de ellas mantiene que tienes que acostarte y levantarte a la misma hora cada día. A priori este pensamiento parece algo bastante práctico para las sociedades modernas en las que necesitamos horarios predecibles que nos garanticen el descanso.
La segunda corriente sostiene que tienes que escuchar las necesidades de tu cuerpo y acostarte cuando estés cansado y no levantarte hasta que de forma totalmente natural te despiertes. Esta corriente está basada en la biología. Nuestros cuerpos saben cuánto descanso necesitamos, por lo tanto debemos saber escucharlos.
A través del método de ensayo y error descubrí que ambas corrientes están equivocadas si lo que buscas es convertirte en una persona más productiva. Aquí está el porqué:
Si siempre duermes un X número de horas, muchas de las veces te acostarás sin tener sueño suficiente. Si te lleva más de 5 minutos dormirte cada noche, eso quiere decir ni más ni menos que no tienes suficiente sueño. Estás perdiendo el tiempo acostado en la cama sin poder dormir. Otro problema es asumir que necesitas las mismas horas de sueño para cada noche. Esto es totalmente falso. Definitivamente tus necesidades de sueño varían de un día a otro.
Si duermes basándote en lo que tu cuerpo te dicta, probablemente estarás durmiendo más de lo que necesitas (desde 10 a 15 horas semanales –el equivalente a un día entero). Además tus mañanas serán menos predecibles al despertarte a horas distintas cada día, por no hablar de los problemas laborales que surgirían con esto.
La solución óptima para mi ha sido combinar las dos corrientes. Es algo muy simple de hacer. Muchos madrugadores habituales lo hacen incluso sin ser conscientes de ello. Sin embargo para mí supuso romper una barrera mental muy fuerte. La solución es irme a la cama cuando tengo sueño (y sólo cuando tengo sueño) y programar la alarma siempre a una hora fija (los 7 días de la semana). Por lo tanto siempre me levanto a la misma hora (a las 6 de la mañana en mi caso particular) pero me acuesto a diferentes horas cada noche.
Me acuesto sólo cuando tengo demasiado sueño como para seguir levantado. Si no puedo leer más de una o dos páginas de un libro sin que se me cierren los ojos, definitivamente es hora de ir a dormir. La mayoría de las veces que me acuesto, caigo dormido antes de que pasen 3 minutos. Me acuesto, me pongo cómodo y enseguida me duermo. Algunas veces me voy a la cama a las 9:30, otras veces permanezco levantado hasta las 12. Aunque la mayoría de las veces suele ser entre las 10 y las 11 de la noche. Si no tengo sueño, me quedo levantado hasta que mis ojos no aguantan más. Leer es una actividad excelente a invertir en estos momentos ya que se hace muy obvio cuando estás demasiado cansado para seguir leyendo.
Cuando mi despertador suena cada mañana lo apago, me estiro durante un par de segundos y automáticamente me levanto. Ni siquiera pienso en ello. Con la práctica he aprendido que cuanto más tiempo tarde en levantarme más probabilidades habrán de que vuelva a quedarme dormido. Por lo tanto no me permito por nada tener conversaciones interiores conmigo mismo sobre los beneficios de volver a dormirme una vez apagado el despertador.
Después de varios días utilizando este enfoque descubrí que mis patrones de sueño oscilaban a su propio ritmo natural. Si un día dormía poco, automáticamente me daría sueño temprano y por lo tanto obtendría más horas de sueño al día siguiente. Si por el contrario me sobraba energía, dormiría menos. Mi cuerpo conocía el momento oportuno para dejarme en KO (knock out) porque sabía perfectamente que al día siguiente me levantaría siempre a la misma hora, y esa hora definitivamente no era negociable.
Con este enfoque dormía una media de 90 minutos menos cada noche y sin embargo me notaba mucho más descansado que antes. Dormía prácticamente el 100% del tiempo que estaba en la cama (esto es muy importante).
He leído que muchas personas que padecen insomnio se acuestan cuando no tienen sueño. Grave error. Si no tienes sueño y te cuesta trabajo dormirte rápidamente, levántate y permanece despierto un rato. Resiste al sueño hasta que tu cuerpo comience a liberar las hormonas que te roban la consciencia. Si te vas a la cama cuando estés lo suficientemente somnoliento y te levantas siempre a la misma hora, curarás tu insomnio. Tal vez la primera noche estarás despierto hasta muy tarde pero acabarás quedándote dormido. Posiblemente al día siguiente te sentirás más cansado de lo normal después de haber dormido unas pocas horas y además haber madrugado. Sin embargo, el día pasará y al sentirte más cansado te acostarás antes la segunda noche. Tras varios días siguiendo esta dinámica, acabarás estableciendo tu propio patrón normal de sueño.
Por lo tanto, si quieres convertirte en un madrugador habitual (o simplemente tener un mayor control sobre tus patrones de sueño), entonces intenta esto: Acuéstate sólo cuando tengas demasiado sueño para seguir despierto y levántate siempre a la misma hora cada mañana.
Steve Pavlina
http://www.stevepavlina.com/
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