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El Sentido de la Verdadera Gratitud

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La mayor parte de mi vida he sido una persona muy agradecida, pero sólo en estos últimos años he llegado a conocer el concepto de la gratitud en un sentido más amplio, más pleno. He vivido lo que muchas personas llamarían «una vida de ensueño». Tuve una infancia feliz, disfruté de una maravillosa educación y he triunfado en la profesión que elegí. Todavía no he conseguido todo lo que he ambicionado, y como la mayoría de las personas, experimento el dolor y las penas, las alegrías y el júbilo de esta maravilla llamada «vida», y tengo la suerte de poseer muchos buenos y cariñosos amigos. Tengo muchísimo para estar agradecido, pero un día me di cuenta de que había algo que no conocía: la verdadera gratitud.

El significado de la gratitud cambió para mí cuando comencé a observar la «gran fuerza de toda vida», más allá de mi concepto de Dios tal como me lo habían enseñado. Una querida amiga mía se refería a esa fuerza como Dios/Diosa/Todo lo que Existe. Hasta ese momento yo sólo conocía el concepto de una Señora Dios por las historias de diosas de la antigua Grecia que aprendí cuando era niño. Mi amiga hablaba de una «fuerza femenina» que junto con Dios «dio a luz» toda la materia, nuestro Universo físico. Tomé este concepto (que todo es «una» fuerza) llamado Dios/Diosa/Todo lo que Existe, y lo analicé, y entonces fue cuando se amplió inmensamente mi concepto de la verdadera gratitud. Gracias a esta investigación comprendí que el principio femenino de la Diosa estaba primero, que fue Ella quien creó, o dio a luz, a Dios, y juntos crearon Todo lo que Existe.

Sé que esto no encaja en la visión religiosa tradicional y machista de Dios. La mayoría de las religiones del mundo ni siquiera reconocen que exista una energía divina femenina. Y si lo reconocen, ciertamente Ella viene después de Dios. Jamás en mi vida, en ninguna parte, había oído la idea de que la Diosa «diera la vida» a Dios. Ya sea equivocada o correcta, el simple hecho de simplemente considerar esta idea me proporcionó de pronto toda una nueva comprensión de cómo debe ser realmente la verdadera gratitud. Por primera vez vi lo que creo que es la gratitud de Dios, Su agradecimiento a la Diosa por haberlo creado.

Sentí en el alma el inmenso alcance del amor y la gratitud de Dios. Entonces fue cuando comprendí de verdad que «la vida misma» es un regalo. Mi vida ha sido y es un regalo. La enorme gratitud que surgió de esa comprensión fue colosal. Pensé: «Si de algún modo yo pudiera sentir por mi vida la misma gratitud que el propio Dios sintió por el regalo de Su vida, entonces todo lo que fuera, todo lo que hiciera, todo lo que tocara, tendría un sentido nuevo y más especial».

Cuando yo iba a la universidad, algunos de mis compañeros estaban desengañados. Decían: «Dios ha muerto» o «Dios no existe». A mí siempre me pareció que al decir eso hablaban de ellos mismos; es decir, algo en su interior no existía y ellos lo sabían.

A mi escritora favorita, Ayn Rand, dos de cuyas obras son El manantial y La rebelión de Atlas, solían acusarla de ser atea. Pero yo la vi una vez por televisión y dijo: «No, no soy atea. Jamás moriré. Cuando me vaya, será el mundo el que acabe..., un hermoso mundo, por cierto». Más adelante explicó: «Por el contrario, me gusta la palabra Dios porque significa: «Lo más elevado de lo elevado». «Dios te bendiga» es una frase maravillosa».

Mi querido amigo Lazaris ha dicho: «La vida es un regalo, y nuestra tarea es aprender a recibirla». Para mí la vida es un regalo y la gratitud es su imán. Con el permiso de mi amigo Lazaris, quiero acabar estos pensamientos con lo que él ha expresado: «La gratitud es una fuerza tangible. Cuanto más se siente, más motivos se encuentran para sentirla. La gratitud es una fuerza milagrosa, como un imán mágico, que genera y luego atrae mucho más de lo que ya se ha recibido. Es como una energía viva, que nos despeja el camino para que seamos mucho más de lo que ya hemos experimentado».


Nicholas Eliopoulos

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