
¿Qué es realmente real?
El Departamento Federal de Alimentos y Drogas de Estados Unidos dictamina que el laetril es un fraude, pero trata tú de convencer de ello a alguien que visitó México, lo adquirió y dejó de tener cáncer.
Los médicos dicen que las llamadas inyecciones de juventud que aplican en Suiza son una broma, pero trata de decirle eso a Millie, que tiene 76 años y se ve de 50. Por espacio de quince años ha estado yendo a Suiza una vez al año para su tratamiento. Está casada con un señor nueve años menor que ella, el cual parece necesitar una silla de ruedas. Millie, en cambio, tiene el pelo rubio y la piel tersa, y baila como una adolescente mientras su marido la contempla sentado.
¿Qué es pues la realidad?
¿Qué es lo realmente real, en vez de lo que tú crees que es, o de lo que alguien te dijo que es real? ¿Es real Dios? Ni en China ni en la India lo llaman así. Empieza por someter a prueba tu propia realidad. Puede ser diferente de lo que crees.
Yo invariablemente someto a prueba la realidad con pacientes míos que creen que su problemática particular es algo que estremece a la tierra. Así lo hice con Eva, madre divorciada abandonada por su compañero por una mujer más joven, soltera y sin hijos. Después de explicarme que su vida se había arruinado porque había perdido al hombre que amaba, le pregunté: "¿Realmente tiene usted un problema?"
Dijo que sí, que por supuesto; que había perdido al único hombre que había amado.
"Pero, ¿es un problema realmente eso? ¿Qué va a suceder si no hace nada al respecto?"
Nada.
"Entonces no tiene ningún problema, ¿verdad? Se lo está creando. Esa es la realidad. En la eternidad la vida humana no es más que un parpadeo, y usted me dice que su vida está arruinada porque su compañero la abandonó... Debe estar bromeando. Hay seis mil millones de individuos sobre la faz de la Tierra, y usted se siente destrozada porque este idiota, que obviamente no reconoce a una persona de valor, si es que usted lo es, la deja por otra, con lo que tal vez hasta le haya hecho un favor... ¿Qué importancia puede tener esto cuando ni siquiera ha buscado en Washington, Arizona y Nebraska? ¿Cómo se atreve a decirme que ese tipo es la llave maestra del reino?"
Eva sollozaba como si estuviera participando en un concurso de llanto.
"Dígame que pasaría si ahora mismo la llamaran por teléfono aquí. Ya ha pagado los cuarenta dólares de la consulta, la cual sólo lleva unos minutos. Y le avisan que a su hijo lo acaba de atropellar un camión y que lo llevan al hospital. ¿Qué sucedería?"
Contuvo las lágrimas. Se iría corriendo al hospital, por supuesto.
"Pero, y la tragedia desgarradora que trae entre manos?"
Tendría que esperar, su hijo era más importante.
"Ya entiendo", le dije, "pero ¿por qué esperó a que un camión atropellara a su hijo para llegar a esa conclusión? ¿Por qué necesita sufrir una verdadera tragedia para advertir que lo que la aqueja ahora no es tan importante, y que muchas otras cosas que ahora mismo podrían ocurrírsele tienen preferencia sobre la insoportable tragedia provocada por el abandono de su compañero? Si el edificio donde estamos se incendiara, ¿qué haría?"
Habría que salir a como diera lugar.
"Y mientras bajara los once tramos de escaleras ¿iría llorando?
Pues no, porque iría muy concentrada en la escapatoria.
"Ah, entonces la realidad es que el problema que trae, ese simple contratiempo del cual ha hecho usted una tragedia, no es tan grande después de todo, ¿verdad? Porque podríamos pensar en quince cosas más importantes que modificarían esa tragedia suya restándole importancia. ¿Por qué tienen que suceder para que usted se de cuenta? ¿Por qué tienen que ocurrir para que usted advierta que un idiota que la ha abandonado no vale la pena de la inversión emocional que usted está haciendo, convirtiendo este rompimiento en un desastre total?"
Trata de someter a prueba tu propia realidad. Si eres honesto contigo mismo admitirás que tu realidad, originada por las situaciones de la vida, seguirá siendo lo mismo porque tú no has decidido cambiarla. Está en tus manos hacerlo.
A la gente se le dificulta ajustarse al hecho de que tiene capacidad de elección.
Se siente emocionalmente impedida, como si no tuviera derecho a elegir. Casi todo el mundo reacciona ante los acontecimientos como si ya les hubieran dispuesto todo, porque no cuentan con una programación emocional que les diga: "¡Alto! Antes que nada debo elegir por mí mismo".
Trata de meter dos frases clásicas en tu mente subconsciente. "¡Yo puedo elegir! es una fórmula que debe convertirse en tu primer pensamiento automático en cualquier situación, y "Esa es tu elección" debe ser tu segundo pensamiento automático cuando otra persona está involucrada en algo que afecta su vida.
El que otra persona decida por ti no equivale a una elección propia. Díte a ti mismo: "Esa es decisión de otra persona y está bien mientras no me afecte a mí."
Si deseas sentarte a llorar, está bien, es asunto tuyo, pero te advierto que no te voy a acompañar en tu llanto. Esta es mi decisión. La libertad de elección es un principio formidable: yo tengo mi libertad de elección y tu la tuya. Así pues, ni tú eliges por mí, ni yo por ti.
Veamos el caso de la señora que espera a su marido, de vestido largo para salir a cenar juntos. Cuando el señor llega a casa totalmente ebrio, ella monta en cólera y se siente desdichada, frustrada y molesta porque le arruinó la noche con su elección de emborracharse. En una situación semejante, las mujeres en su mayoría asumen que eligieron por ellas, y su reacción es: "Mira lo que has hecho con mi velada, vago indecente. Mira qué mal y decepcionada me siento. Ya no podemos salir. Me arruinaste la noche".
Casi todas olvidan que tienen una opción. El marido ha hecho de la suya emborachándose y no quedándole más que dormir la mona en el sofá, pero la mujer puede hacer uso de la suya propia. Para empezar, tal vez se ponga el intelecto a trabajar en busca de opciones para esa noche y se pregunte: "¿Qué voy a hacer para salvar la noche y para enfrentarme a este problema en particular? Es obvio que tengo que cancelar el plan original, pero todavía tengo opciones. Pudiera darme un ataque de histeria y hacerle la vida infernal, hiriéndolo en sus sentimientos de la misma forma que él hiere los míos. O podría empacar mis cosas, irme a un motel e iniciar mañana mismo una demanda de divorcio. O bien, podría embriagarme para olvidar que es un hombre desconsiderado al que quisiera abofetear mientras ronca. Otra opción sería la de irme a cenar yo sola y después al cine a ver una buena película. O ponerme a leer el Best Seller que desde hace dos semanas está abandonado sobre aquella mesa. O ponerme de acuerdo con Mary, cuyo marido anda de viaje, para hacer algo, o con Sandy, mi amiga soltera, que tal vez no tenga compromiso esta noche. También podría telefonear a George para que nos veamos; siempre se ha mostrado tan comprensivo y cariñoso cuando Fred y yo tenemos dificultades".
Después de elegir intelectualmente la opción más atractiva, esta mujer necesita tener la emoción necesaria correspondiente. En esos momentos se siente mal debido a que su marido decidió hacerla sentir así con su embriaguez. El subconsciente le ofreció ese sentimiento, pero no tiene por qué resignarse a algo que le llegó por accidente. Si lo desea, puede modificar dicho sentimiento evocando un recuerdo para recuperar la emoción que necesita.
Puede recordar la última vez que ella y George fueron a un partido de futbol después de que Fred echó a perder otro plan para salir por la noche. En esa ocasión pudo hacerle frente a la situación porque tenía un lugar a dónde ir y una persona con quién estar. Fue muy agradable tomarse dos copas después del juego y antes de volver a casa, donde encontró a Fred todavía tirado en el sofá. Fue capaz de contener la ira que sentía.
Así pues, quedamos en que puede evocar este recuerdo y obtener la emoción que necesita para poner en juego su capacidad de elegir cómo salvar la noche. Si dicho recuerdo no le sirve para darle el sentimiento que necesita, puede evocar otro. Todo lo que necesite está en su subconsciente, y basta que se tome la molestia de buscarlo. No tiene por qué conformarse con el primer sentimiento que surja.
La clave es reconocer dónde estamos plantados, la conciencia de que estamos dentro de un pozo y queremos salir de él. Puedes revivir sentimientos de recuerdos amables con la suficiente vividez como para permitirte visualizarlos y evocarlos a voluntad. Evoca aquellas cosas que contengan implícitamente emociones específicas que puedas identificar y volver a sentir.
La mayoría de la gente se enfrenta a cada problema nuevo con perspectivas asimismo nuevas, y como resultado de ello cuenta con menos elementos de combate porque, en vez de hacerle frente con el conocimiento acumulado, lo trata como algo nuevo y sin relación alguna con sentimientos del pasado. Ningún problema es nuevo toda vez que si bien, presupone sitios diferentes, personas diferentes y circunstancias diferentes, lleva aparejado el mismo sentimiento.
Una vez que aprendas a encontrar el sentimiento, la carga emocional que necesitas, puedes cambiar tu realidad. Si no cuentas con la programación subconsciente que te dé el sentimiento que necesitas, tendrás que procurártelo a través de nuevas experiencias.
Aunque hasta ahora no te hayas dado cuenta, te la pasas todo el tiempo hallando sentimientos para fusionarlos a tu intelecto. Cuando estás aburrido o cansado, te pones en contacto con un amigo para ir a comer juntos. ¿Con qué propósito? No te gusta lo que sientes y quieres disponer de algo que te sea placentero. Como necesitas un sentimiento en particular, vas y te lo procuras, y con ello modificas aquella realidad del tedio o el cansancio.
Puedes cambiar cualquier realidad. Cada vez que te enfrentes a algo que no te guste, di para ti mismo: "¡Un momento! A mí esto no me gusta. Voy a poner a funcionar mi intelecto para ver cómo me libro de esta situación. Después de todo tengo libertad de escoger".
Acto seguido, sal del contexto y observa la situación con claridad y decide qué tipo de sentimiento o de carga emocional necesitas para modificar la realidad de la misma. Inspira profundamente y visualiza aquella vez que experimentaste el sentimiento que ahora deseas. Esta es la forma de introducir una realidad elegida por ti mismo.
James H. Hoke
Dijo que sí, que por supuesto; que había perdido al único hombre que había amado.
"Pero, ¿es un problema realmente eso? ¿Qué va a suceder si no hace nada al respecto?"
Nada.
"Entonces no tiene ningún problema, ¿verdad? Se lo está creando. Esa es la realidad. En la eternidad la vida humana no es más que un parpadeo, y usted me dice que su vida está arruinada porque su compañero la abandonó... Debe estar bromeando. Hay seis mil millones de individuos sobre la faz de la Tierra, y usted se siente destrozada porque este idiota, que obviamente no reconoce a una persona de valor, si es que usted lo es, la deja por otra, con lo que tal vez hasta le haya hecho un favor... ¿Qué importancia puede tener esto cuando ni siquiera ha buscado en Washington, Arizona y Nebraska? ¿Cómo se atreve a decirme que ese tipo es la llave maestra del reino?"
Eva sollozaba como si estuviera participando en un concurso de llanto.
"Dígame que pasaría si ahora mismo la llamaran por teléfono aquí. Ya ha pagado los cuarenta dólares de la consulta, la cual sólo lleva unos minutos. Y le avisan que a su hijo lo acaba de atropellar un camión y que lo llevan al hospital. ¿Qué sucedería?"
Contuvo las lágrimas. Se iría corriendo al hospital, por supuesto.
"Pero, y la tragedia desgarradora que trae entre manos?"
Tendría que esperar, su hijo era más importante.
"Ya entiendo", le dije, "pero ¿por qué esperó a que un camión atropellara a su hijo para llegar a esa conclusión? ¿Por qué necesita sufrir una verdadera tragedia para advertir que lo que la aqueja ahora no es tan importante, y que muchas otras cosas que ahora mismo podrían ocurrírsele tienen preferencia sobre la insoportable tragedia provocada por el abandono de su compañero? Si el edificio donde estamos se incendiara, ¿qué haría?"
Habría que salir a como diera lugar.
"Y mientras bajara los once tramos de escaleras ¿iría llorando?
Pues no, porque iría muy concentrada en la escapatoria.
"Ah, entonces la realidad es que el problema que trae, ese simple contratiempo del cual ha hecho usted una tragedia, no es tan grande después de todo, ¿verdad? Porque podríamos pensar en quince cosas más importantes que modificarían esa tragedia suya restándole importancia. ¿Por qué tienen que suceder para que usted se de cuenta? ¿Por qué tienen que ocurrir para que usted advierta que un idiota que la ha abandonado no vale la pena de la inversión emocional que usted está haciendo, convirtiendo este rompimiento en un desastre total?"
Trata de someter a prueba tu propia realidad. Si eres honesto contigo mismo admitirás que tu realidad, originada por las situaciones de la vida, seguirá siendo lo mismo porque tú no has decidido cambiarla. Está en tus manos hacerlo.
A la gente se le dificulta ajustarse al hecho de que tiene capacidad de elección.
Se siente emocionalmente impedida, como si no tuviera derecho a elegir. Casi todo el mundo reacciona ante los acontecimientos como si ya les hubieran dispuesto todo, porque no cuentan con una programación emocional que les diga: "¡Alto! Antes que nada debo elegir por mí mismo".
Trata de meter dos frases clásicas en tu mente subconsciente. "¡Yo puedo elegir! es una fórmula que debe convertirse en tu primer pensamiento automático en cualquier situación, y "Esa es tu elección" debe ser tu segundo pensamiento automático cuando otra persona está involucrada en algo que afecta su vida.
El que otra persona decida por ti no equivale a una elección propia. Díte a ti mismo: "Esa es decisión de otra persona y está bien mientras no me afecte a mí."
Si deseas sentarte a llorar, está bien, es asunto tuyo, pero te advierto que no te voy a acompañar en tu llanto. Esta es mi decisión. La libertad de elección es un principio formidable: yo tengo mi libertad de elección y tu la tuya. Así pues, ni tú eliges por mí, ni yo por ti.
Veamos el caso de la señora que espera a su marido, de vestido largo para salir a cenar juntos. Cuando el señor llega a casa totalmente ebrio, ella monta en cólera y se siente desdichada, frustrada y molesta porque le arruinó la noche con su elección de emborracharse. En una situación semejante, las mujeres en su mayoría asumen que eligieron por ellas, y su reacción es: "Mira lo que has hecho con mi velada, vago indecente. Mira qué mal y decepcionada me siento. Ya no podemos salir. Me arruinaste la noche".
Casi todas olvidan que tienen una opción. El marido ha hecho de la suya emborachándose y no quedándole más que dormir la mona en el sofá, pero la mujer puede hacer uso de la suya propia. Para empezar, tal vez se ponga el intelecto a trabajar en busca de opciones para esa noche y se pregunte: "¿Qué voy a hacer para salvar la noche y para enfrentarme a este problema en particular? Es obvio que tengo que cancelar el plan original, pero todavía tengo opciones. Pudiera darme un ataque de histeria y hacerle la vida infernal, hiriéndolo en sus sentimientos de la misma forma que él hiere los míos. O podría empacar mis cosas, irme a un motel e iniciar mañana mismo una demanda de divorcio. O bien, podría embriagarme para olvidar que es un hombre desconsiderado al que quisiera abofetear mientras ronca. Otra opción sería la de irme a cenar yo sola y después al cine a ver una buena película. O ponerme a leer el Best Seller que desde hace dos semanas está abandonado sobre aquella mesa. O ponerme de acuerdo con Mary, cuyo marido anda de viaje, para hacer algo, o con Sandy, mi amiga soltera, que tal vez no tenga compromiso esta noche. También podría telefonear a George para que nos veamos; siempre se ha mostrado tan comprensivo y cariñoso cuando Fred y yo tenemos dificultades".
Después de elegir intelectualmente la opción más atractiva, esta mujer necesita tener la emoción necesaria correspondiente. En esos momentos se siente mal debido a que su marido decidió hacerla sentir así con su embriaguez. El subconsciente le ofreció ese sentimiento, pero no tiene por qué resignarse a algo que le llegó por accidente. Si lo desea, puede modificar dicho sentimiento evocando un recuerdo para recuperar la emoción que necesita.
Puede recordar la última vez que ella y George fueron a un partido de futbol después de que Fred echó a perder otro plan para salir por la noche. En esa ocasión pudo hacerle frente a la situación porque tenía un lugar a dónde ir y una persona con quién estar. Fue muy agradable tomarse dos copas después del juego y antes de volver a casa, donde encontró a Fred todavía tirado en el sofá. Fue capaz de contener la ira que sentía.
Así pues, quedamos en que puede evocar este recuerdo y obtener la emoción que necesita para poner en juego su capacidad de elegir cómo salvar la noche. Si dicho recuerdo no le sirve para darle el sentimiento que necesita, puede evocar otro. Todo lo que necesite está en su subconsciente, y basta que se tome la molestia de buscarlo. No tiene por qué conformarse con el primer sentimiento que surja.
La clave es reconocer dónde estamos plantados, la conciencia de que estamos dentro de un pozo y queremos salir de él. Puedes revivir sentimientos de recuerdos amables con la suficiente vividez como para permitirte visualizarlos y evocarlos a voluntad. Evoca aquellas cosas que contengan implícitamente emociones específicas que puedas identificar y volver a sentir.
La mayoría de la gente se enfrenta a cada problema nuevo con perspectivas asimismo nuevas, y como resultado de ello cuenta con menos elementos de combate porque, en vez de hacerle frente con el conocimiento acumulado, lo trata como algo nuevo y sin relación alguna con sentimientos del pasado. Ningún problema es nuevo toda vez que si bien, presupone sitios diferentes, personas diferentes y circunstancias diferentes, lleva aparejado el mismo sentimiento.
Una vez que aprendas a encontrar el sentimiento, la carga emocional que necesitas, puedes cambiar tu realidad. Si no cuentas con la programación subconsciente que te dé el sentimiento que necesitas, tendrás que procurártelo a través de nuevas experiencias.
Aunque hasta ahora no te hayas dado cuenta, te la pasas todo el tiempo hallando sentimientos para fusionarlos a tu intelecto. Cuando estás aburrido o cansado, te pones en contacto con un amigo para ir a comer juntos. ¿Con qué propósito? No te gusta lo que sientes y quieres disponer de algo que te sea placentero. Como necesitas un sentimiento en particular, vas y te lo procuras, y con ello modificas aquella realidad del tedio o el cansancio.
Puedes cambiar cualquier realidad. Cada vez que te enfrentes a algo que no te guste, di para ti mismo: "¡Un momento! A mí esto no me gusta. Voy a poner a funcionar mi intelecto para ver cómo me libro de esta situación. Después de todo tengo libertad de escoger".
Acto seguido, sal del contexto y observa la situación con claridad y decide qué tipo de sentimiento o de carga emocional necesitas para modificar la realidad de la misma. Inspira profundamente y visualiza aquella vez que experimentaste el sentimiento que ahora deseas. Esta es la forma de introducir una realidad elegida por ti mismo.
James H. Hoke
0 Comentarios