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Deje de Matar de Hambre a su Espíritu


No sea esclavo de la maquinaria de la vida; tenga siempre en su mente una canción, un bello poema y el susurro de la voz de Dios. Tal vez no lo sabe, pero le diré con toda honestidad que está hambriento de todas esas cosas y que la peor clase de hambre es el anhelo del alma humana que busca las cosas que nutren más que el pan. Jamás se ha pronunciado una máxima tan sabia como esa declaración de Jesús, el Gran Pensador: "No sólo de pan vive el hombre". Más bien, vive de la presencia de lo eterno.

Yo, un habitante de la ciudad, en una ocasión tuve una casa de verano en un risco coronado de cedros con vista a una encantadora bahía, a la orilla del océano. La brisa salina de ese poderoso océano barría con todas las preocupaciones; la suave luz del sol, cayendo sobre el césped, enseñaba el sereno reposo de la tierra; los pausados sonidos del mundo natural, de una calidad tan diferente a los estridentes ruidos de la ciudad; todo eso me tranquilizaba igual que una madre calma a su pequeño hijo cuando está alterado. Por la noche, cuando salían a relucir las estrellas, apareciendo una a una en las infinitas praderas celestes, sobre el mar y tierra descendía la quietud y podía escuchar la amistosa voz de la Madre Naturaleza, que es la voz de Dios, diciendo: "Hijo mío, ésta es la vida. Tómate el tiempo necesario para vivirla".


Norman Vincent Peale

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