La salud de las personas es el verdadero fundamento en que descansa toda su felicidad y todo su poder.
-Benjamín Disraeli
Yo digo que la energía es el combustible de la excelencia.
Por mucho que cambie usted sus representaciones internas,
si tiene la bioquímica estropeada o alterada, el cerebro recibirá
representaciones distorsionadas. Todo el sistema está
perjudicado. En realidad, no será probable que tenga usted muchas ganas de poner en práctica lo que haya aprendido.
Aunque uno tenga el mejor coche deportivo del mundo, si
pretende que funcione con cerveza no correrá. Y aunque
tenga el mejor coche y el combustible adecuado, si las bujías
no dan chispa correctamente, el rendimiento no será óptimo.
En este artículo compartiremos algunas ideas sobre la energía
y sobre cómo elevarla a los niveles máximos. Cuanto más
alto el nivel de energía, más eficiente será su organismo. Y
cuanto más eficiente sea, mejor se sentirá usted y más aplicará
su talento a la obtención de resultados sobresalientes.
Conozco de primera mano la importancia de la energía y
los prodigios que pueden lograrse cuando aquélla abunda.
Yo pesaba ciento veinte kilos, y ahora peso ciento cinco. Lo
que yo hacía antes no era, precisamente, buscar todas las maneras
posibles de mejorar mi vida. Mi fisiología no me ayudaba
a producir resultados sobresalientes. Para mí, aprender
y hacer cosas era secundario en comparación con comer y
mirar la televisión. Pero cierto día decidí que estaba harto de
vivir de esa manera, así que empecé a estudiar qué cosas producen
una salud sobresaliente, y luego me puse a modelar
a las personas que de manera coherente la producían en sí
mismas.
En el campo de la alimentación, sin embargo, hay tantas
contradicciones y tanta confusión que al principio no supe
qué hacer. Leía un libro y decía haga tal y tal cosa y vivirá
cien años. Entonces yo me animaba..., hasta que abría otro
libro y me enteraba de que si hacía tal y tal cosa moriría prematuramente
y que, muy al contrario, me convenía hacer tal
y tal otra. Y por supuesto, el tercer libro contradecía a los dos
primeros. Todos los autores eran doctores en medicina y,
sin embargo, no estaban de acuerdo ni siquiera en lo fundamental.
Yo no necesitaba títulos, sino resultados. Así que busqué a
personas que estuvieran obteniendo resultados con su propio
organismo, personas a quienes yo viese vibrantes y llenas de
salud. Me enteré de cómo lo conseguían y me dediqué a
hacer lo mismo. Todo cuanto aprendí lo resumí en un cuadro
de mandamientos o principios para uso propio, y establecí un programa de sesenta días de vida saludable. Apliqué dichos principios un día tras otro y perdí quince kilos en poco
más de un mes. Y lo que es más importante, acabé por descubrir
un sistema de vida ajeno a las polémicas y libre de dietas,
un sistema que respetaba el funcionamiento de mi propio cuerpo.
Voy a compartir con usted los principios por los que me
guío desde hace muchos años. Pero antes de hacerlo, permita
que le cuente algunos ejemplos acerca de cómo ellos han transformado mi fisiología. En otros tiempos yo necesitaba
ocho horas de sueno. Y también necesitaba tres despertadores
por las mañanas: uno que tocaba el timbre, otro que ponía
en marcha la radio y otro que encendía las luces. Ahora puedo
dirigir mis cursos hasta bien entrada la noche, acostarme a
la una o a las dos y, después de cinco o seis horas de sueño,
despertar totalmente vibrante, vigoroso y lleno de energía. Si
mi circulación sanguínea estuviera contaminada, si mis niveles
de energía se hallaran disminuidos, yo estaría quemando
los recursos de una fisiología muy limitada. Pero no ocurre
así, sino que saco pleno rendimiento de una fisiología que me
permite movilizar todas mis facultades físicas y mentales.
Le voy a facilitar las seis claves que dan
acceso a una fisiología poderosa, indomable. Algunas de
las cosas que diré chocarán con creencias que quizá tenga usted
muy arraigadas, y otras irán en contra de lo que usted
tiene por principios de la buena salud. Y sin embargo, esas
seis leyes han ejercido efectos espectaculares en mí y en las
personas con quienes he practicado, así como en muchos miles
de personas que practican una ciencia de la salud llamada
«higiene naturista». Le pido que reflexione detenidamente
sobre si podrían serle útiles a usted, y sobre si los hábitos que
usted mantiene actualmente representan la manera idónea de
cuidar de su organismo. Aplique todos estos principios durante
un período de entre diez y treinta días, y luego juzgue
su validez por los resultados que observará en su propio
cuerpo, no por lo que le hayan enseñado a creer durante toda
la vida. Aprenda a comprender el funcionamiento de su organismo,
a respetarlo y cuidarlo, y él cuidará de usted. Antes aprendió cómo gobernar su propio cerebro. Aprenda ahora
cómo gobernar su cuerpo.
Empecemos por la clave número uno de la salud vital:
1. El
poder de la respiración.
El fundamento de la salud es la buena
circulación de la sangre, ya que éste es el sistema que transporta
el oxígeno y los nutrientes a todas las células de su
cuerpo. El que goza de una buena circulación tiene asegurada
una vida larga y saludable. Estamos hablando de un medio
que es el torrente sanguíneo. ¿Cuál es el órgano de mando
que controla ese sistema? La respiración. Con ella oxigenamos
el organismo y estimulamos los procesos eléctricos
de todas y cada una de las células.
Echemos una ojeada más detallada a los procesos corporales.
La respiración no sirve únicamente para oxigenar las
células, sino que asimismo controla el caudal del fluido linfático
que contiene los glóbulos blancos protectores del organismo.
¿Qué es el sistema linfático? Algunos lo describen
como la canalización de drenaje del cuerpo. Todas las células
están rodeadas de linfa, líquido del cual nuestro organismo
contiene cuatro veces más que sangre.
He aquí cómo funciona
dicho sistema: la sangre impulsada por el corazón recorre
las arterias hasta llegar a los vasos más finos y porosos, los
capilares. La sangre lleva hasta éstos el oxígeno y los nutrientes,
que se difunden luego en el líquido linfático que rodea
las células. Como éstas tienen una especie de inteligencia
o afinidad hacia lo que necesitan, toman el oxígeno y los nutrientes
necesarios para su buen funcionamiento y luego expulsan
las toxinas, parte de las cuales retorna a los capilares.
Pero la mayor parte de las células muertas, las proteínas de la
sangre y otros materiales tóxicos han de ser evacuados por el
sistema linfático, y éste es activado por la respiración profunda.
Las células del cuerpo necesitan del sistema linfático, ya
que sólo éste permite drenar los importantes volúmenes de
toxinas y desechos del metabolismo que impiden la oxigenación. La linfa pasa por los ganglios, donde las células muertas
y todos los demás productos tóxicos, excepto las proteínas
de la sangre, son neutralizados y destruidos. La importancia del sistema linfático es tal, que si se paralizase el mismo durante
veinticuatro horas, el ser humano moriría a consecuencia
de la retención de proteínas y de la acumulación de fluido
alrededor de las células.
El torrente sanguíneo funciona con la ayuda de una bomba,
que es el corazón. En cambio, el sistema linfático no
cuenta con nada parecido. La linfa sólo se desplaza gracias a
la respiración profunda y al movimiento muscular. De manera
que si quiere usted gozar de una circulación sana y de
unos sistemas linfático e inmunitario eficaces, debe respirar
profundamente y realizar los movimientos adecuados para
estimularlos.
Desconfíe de todo «programa de salud» que no
empiece por enseñar, ante todo, cómo depurar el organismo
mediante una respiración eficaz.
El doctor Jack Shields, prestigioso especialista en linfología
de Santa Bárbara (California), ha realizado recientemente
un estudio muy interesante sobre el sistema inmunológico.
Se instalaron cámaras en el interior de los sujetos experimentales
para observar los factores que estimulan la depuración
del sistema linfático. Descubrió que la manera más eficaz
para ello es una respiración profunda, diafragmática, ya que
la misma crea como un vacío que aspira la linfa y multiplica la
velocidad de eliminación de las toxinas. En efecto, la respiración
profunda y el ejercicio pueden multiplicar dicha velocidad
hasta quince veces.
Aunque el lector sólo sacase en limpio de este artículo la
importancia de la respiración profunda, ello bastaría para
elevar espectacularmente el nivel de salud de su organismo.
Ahora ya sabe por qué algunos sistemas como el yoga conceden
tanto valor a una respiración correcta. No hay nada
mejor para depurar el organismo.
No se necesita demasiado sentido común para comprender
que el oxígeno es el más esencial de todos los elementos
necesarios para la buena salud. Sin embargo, interesa comprender
hasta qué punto es importante.
El doctor Otto Warburg,
galardonado con el premio Nobel y director del Instituto
Max Planck de Fisiología Celular, estudió los efectos del
oxígeno sobre las células. En sus experimentos logró convertir células normales y sanas en malignas por el sencillo procedimiento
de reducir la proporción de oxígeno aportada a
las mismas. Estas investigaciones fueron corroboradas en los
Estados Unidos por el doctor Harry Goldblatt. En el Journal
of Experimental Medicine (1953), Goldblatt describió los experimentos
realizados con una especie de ratas considerada
especialmente inmune a las alteraciones malignas. Extrajo
células de ratas recién nacidas y las dividió en tres grupos.
Las células de uno de estos grupos fueron traspasadas a un
matraz y sometidas a la privación de oxígeno durante treinta
minutos. Lo mismo que el doctor Warburg, Goldblatt descubrió
que muchas de estas células morían al cabo de pocas
semanas; otras presentaban una actividad muy disminuida, y
aún otras manifestaban síntomas de degeneración precursores
de una evolución maligna. Los otros dos grupos de células
se mantuvieron en otros recipientes con un suministro
constante de oxígeno a concentración atmosférica.
Al cabo de treinta días, el doctor Goldblatt inyectó las
células de los tres grupos a otros tantos grupos de ratas. Al
cabo de dos semanas, y una vez reabsorbidas las células por el
organismo de los animales, los dos grupos de control no presentaron
ningún síntoma anormal. En cambio, todas las ratas
del tercer grupo —el que había recibido la inyección de células
privadas de oxígeno— presentaban tumoraciones. De este
ensayo se hizo un seguimiento durante un año, con el resultado
de que las células malignas se confirmaron malignas y
las normales continuaron normales.
¿Qué nos enseña esto? Los investigadores llegaron a la
conclusión de que la falta de oxígeno desempeña un papel
«oncógeno» (es decir, destructivo) importante. Indudablemente
afecta a la calidad vital de las células. Ahora bien, hay
que recordar que la calidad de vida de nuestras células equivale
a la calidad de vida que percibimos nosotros. Es evidente
que la plena oxigenación de nuestro sistema debería convertirse
en nuestro interés principal; una respiración más eficaz
es, sin duda alguna, lo primero.
La dificultad estriba en que la mayoría de las personas no
saben respirar bien. Uno de cada tres norteamericanos enferma de cáncer. En cambio, entre los deportistas norteamericanos
la proporción es de uno entre siete. ¿Por qué? Los estudios
que citaba antes nos suministran un principio de explicación.
Los atletas proporcionan a su circulación sanguínea
una cantidad mayor del elemento más vital e importante, el
oxígeno. Otra explicación sería que los atletas estimulan
el sistema inmunológico de su organismo, ya que su actividad
favorece la circulación linfática.
Permítame participarle la manera más eficaz de respirar
para limpiar su sistema. Hay que mantener el ritmo siguiente:
inspirar durante la cuenta de uno, retener durante la cuenta
de cuatro, espirar durante la cuenta de dos. Es decir, si se
toma aire durante cuatro segundos, se ha de contener el
aliento durante dieciséis y exhalar el aire durante ocho. ¿Por
qué la espiración debe durar el doble que la inspiración?
Porque es la fase durante la cual se eliminan las toxinas por
vía del sistema linfático. ¿Por qué contener la respiración
durante cuatro períodos? Para oxigenar plenamente la sangre
y activar el sistema linfático. Al respirar hay que empezar por
la parte baja, en el abdomen, como una aspiradora que extraiga
todas las toxinas de la circulación.
¿Suele usted tener mucha hambre después de hacer ejercicio?
¿Le apetece sentarse y comerse un gran bistec después
de haber corrido cinco kilómetros? Sabemos que, de hecho,
no sucede así. ¿Por qué? Porque una respiración sana le ha
proporcionado ya al organismo lo que más necesitaba. De
manera que ésta es nuestra primera llave de acceso a una vida
sana.
Tómese tiempo tres veces todos los días para realizar
cada vez diez respiraciones profundas a la cadencia descrita
en las líneas anteriores. ¿Repetimos esa cadencia? Un tiempo
de inspiración, cuatro tiempos de retención, dos tiempos de
espiración. Por ejemplo, inspire hondo, con el abdomen, a
través de la nariz y contando hasta siete (la cifra puede ser
más grande o más pequeña, según su capacidad). Retenga el
aliento durante un período cuatro veces más largo, o sea hasta
llegar a la cuenta de veintiocho. Espire luego, poco a poco
y por la boca, hasta contar dos veces el tiempo de inspiración,
es decir hasta catorce. El ritmo nunca debe ser forzado; usted mismo verá cómo aumentan las cifras a medida que se desarrolla
su capacidad pulmonar.
Practique esas diez respiraciones
profundas tres veces al día y experimentará una mejora
sensacional de su salud. No hay en el mundo regímenes ni
pastillas de vitaminas que puedan beneficiarle tanto como un
hábito respiratorio excelente.
El otro elemento esencial para una respiración saludable
es la práctica diaria de ejercicios aeróbicos. Es bueno correr,
aunque un poco fatigante. Es excelente nadar. Sin embargo,
uno de los mejores ejercicios aeróbicos que pueden practicarse
en cualquier estación es la cama elástica, aparato no
muy costoso y que apenas presenta peligro de sobreesfuerzo
o estrés.
Es importante que la sesión de saltos se lleve a cabo sin
una fatiga excesiva; puede ir prolongándose gradualmente
hasta llegar a la media hora diaria sin cansancio, dolores ni
estrés.
Hay que adquirir fondo antes de abordar los ejercicios
prolongados o difíciles. Con un entrenamiento correcto la
respiración gana en profundidad y el organismo se vigoriza.
Existen muchos libros sobre el arte de la cama elástica, que
explican cómo ésta tonifica todos los órganos corporales. Le
aconsejo que se tome el tiempo para dedicarse a este ejercicio
vivificante. Tendrá ocasión de alegrarse de haberlo hecho.
Anthony Robbins
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