2. Comer alimentos abundantes
en agua.
El 70 por ciento de la superficie de nuestro planeta
está cubierta de agua. El 80 por ciento de nuestro organismo
está constituido por agua. ¿Qué le parece que debería
contener su dieta principalmente? Convendría controlar que
su dieta esté formada por un 70 por ciento de alimentos ricos
en agua. Es decir, fruta fresca o verduras, o jugos de lo uno o
lo otro recién exprimidos.
Algunos recomiendan beber de ocho a doce vasos de agua
diarios para «drenar el sistema». ¿Sabía usted que eso es una
barbaridad? En primer lugar, el agua que bebemos no vale
gran cosa. La que bebe usted seguramente contiene cloro,
flúor, minerales diversos y otras sustancias tóxicas. Mejor sería beber agua destilada. Pero, cualquiera que sea el tipo de
agua que beba usted, el sistema no se limpia inundándolo. La
cantidad de agua que uno bebe debe dictarla su sed.
En vez de inundar su sistema para tratar de purificarlo,
basta comer alimentos naturalmente abundantes en agua. Sólo hay tres clases de alimentos de esa clase en el mundo: la
fruta, la verdura y las legumbres. Ellas le suministrarán agua
en abundancia, esa sustancia vivificante y purificadora. Las
personas que siguen una dieta con baja proporción de agua
tienen casi asegurado el mal funcionamiento de su organismo.
Como dice el doctor Alexander Bryce en Las leyes de la
vida y la salud:
Cuando el aporte de líquido es insuficiente, la sangre tiene
un peso específico más alto y los productos tóxicos de desecho
del metabolismo celular se evacúan de manera imperfecta.
Por tanto, el organismo se intoxica con sus propias
excreciones, como si dijéramos, y no sería muy inexacto decir
que ello ocurre porque no se ha asimilado líquido suficiente
para disolver esas materias perjudiciales que las células
mismas fabrican.
Por medio de la dieta, usted debe ayudar a su cuerpo en
ese proceso de limpieza, en vez de sobrecargarlo de alimentos
indigestos. La acumulación de productos de desecho abre
el camino a las enfermedades. Una manera de lograr que el
torrente sanguíneo y el organismo se libren de desechos y
toxinas es reducir la ingesta de alimentos (y de otras cosas
que no son alimentos) que sobrecargan los órganos encargados
de la eliminación. La otra manera consiste en suministrar
agua suficiente para que el sistema pueda diluir más fácilmente
dichos productos y así eliminarlos. El doctor Bryce
prosigue:
Los químicos no conocen ningún líquido capaz de diluir
tantos sólidos distintos como el agua, que es, en efecto, el
mejor disolvente que existe. Por tanto, basta con aportar un
volumen suficiente de ella para estimular todo el proceso de
la nutrición, ya que el efecto paralizante de los desechos tóxicos se elimina al disolverlos y posteriormente excretarlos
a través de los riñones, la piel, el intestino y los pulmones. Si,
por el contrario, se permite que estas toxinas se acumulen en
el cuerpo, se fomentan dolencias de todas clases.
¿Por qué son las enfermedades del corazón la principal
causa de mortalidad? ¿A qué se debe que hombres de cuarenta
años doblen las rodillas y caigan muertos en medio de
una pista de tenis? Uno de los motivos puede ser el que se
hayan pasado toda la vida intoxicándose a sí mismos. Recuerde
que su calidad de la vida depende de la calidad de vida
celular. Si la circulación sanguínea va cargada de productos
de desecho, la vida celular se desarrolla en un ambiente nada
favorable; no es ésa la bioquímica sobre la cual un individuo
debería fundamentar una vida emocional equilibrada.
Para demostrar estas teorías, el doctor Alexis Carrel, galardonado
con el premio Nobel en 1912 y entonces miembro
del Instituto Rockefeller, preparó un cultivo de células de
gallina (que normalmente viven unos once años, en promedio)
y las mantuvo vivas por tiempo indefinido mediante el
sencillo procedimiento de ir retirando los productos de desecho
y aportando los nutrientes que necesitaban. Así estuvieron
durante treinta y cuatro años, hasta que por fin el Instituto
Rockefeller se convenció de que podían continuar
vivas eternamente y decidió poner fin al experimento.
¿Qué tanto por ciento de la dieta de usted consta de alimentos
ricos en agua? Si hiciera una lista de todo lo que comió
la semana pasada, ¿qué porcentaje correspondería a los
alimentos abundantes en agua? ¿El setenta por ciento? Lo
dudo. ¿El cincuenta? ¿El veinticinco? ¿El quince? Cuando
planteo esta pregunta en mis cursillos, por lo general resulta
que la mayoría de las personas comen entre un quince y un
veinte por ciento de alimentos abundantes en agua, e incluso
esa proporción es superior a la media de la población en general.
Permítame decirle una cosa: el quince por ciento equivale
al suicidio. Si no lo cree, repase las estadísticas del cáncer
y de las enfermedades del corazón; entérese luego de cuáles
son los alimentos recomendados por los organismos especializados en temas de salud, y de cuál es el contenido en agua
de dichos alimentos.
Cuando contemplamos la naturaleza, vemos que los animales
más grandes y fuertes son los herbívoros. El gorila, el
elefante, el rinoceronte y demás por el estilo comen sólo alimentos
ricos en agua. Los herbívoros viven más años que los
carnívoros. Consideremos el buitre. ¿Por qué será tan feo? Él
no come alimentos ricos en agua. Si no comiera usted nada
más que cosas amojamadas y muertas, imagine cuál sería su
aspecto. Esto es broma, pero sólo a medias. Ningún edificio
puede ser más sólido y bello que la suma de sus partes. Lo
mismo ocurre con el organismo. El sentido común dicta que
es preciso comer alimentos frescos y ricos en agua para sentirse
plenamente vivo. Así de sencillo. Ahora bien, ¿cómo puede
uno estar seguro de que su dieta consta de alimentos ricos en
agua en un 70 por ciento? Muy fácil. A partir de hoy, tome una
ensalada en todas las comidas. Que el postre conste exclusivamente
de fruta, y prescinda de dulces y caramelos. Notará la
diferencia cuando vea que su cuerpo funciona con más eficacia
y usted se sienta tan estupendo como es en realidad.
Anthony Robbins
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